La percepción furiosamente bifronte que la sociedad tiene de la ex presidenta quedó así reflejada, tanto como la contundente diferencia en favor de la opinión negativa. El trabajo, de alcance nacional, fue realizado por la consultora Giacobbe & Asociados mediante mensajes a dispositivos móviles. Esta es, como toda encuesta, un recorte parcial de la realidad. Pero como toda encuesta, también es parte de la realidad del momento.
La originalidad de esta medición de imagen, escapando del formato tradicional de preguntas a los encuestados, puede equipararse a otros abordajes novedosos que las consultoras realizan para pulsar la opinión pública en el primer punto de inflexión de la gestión de Mauricio Macri.
A casi once meses del cambio de gobierno y faltando un año para la elección de medio término que podrá determinar la segunda parte del actual mandato; cuando parecer haber tocado fondo la dura caída económica y social por el ajuste y la economía empieza a dar tímidas señales de recuperación; las encuestas vienen llenas de sorpresas.
Hugo Haime, cuyos trabajos son de consumo obligado para gobernadores y líderes legislativos del peronismo, ensayó en su último trabajo una llamativa, pero no imposible, hipótesis electoral. Preguntó, en el Gran Buenos Aires, cuántos votarían el año próximo una boleta que lleve juntos a Cristina y a Daniel Scioli. Recuérdese que en la Provincia se elegirán senadores y diputados nacionales. La respuesta le dio 34%, lo que marca la notable capacidad de resistencia de las caras de la derrota en la elección presidencial de 2015.
Ese desempeño posible del kirchnerismo duro quedó empatado, en la medición de Haime en el GBA, con una eventual boleta que reuniera a Sergio Massa y Margarita Stolbizer, que también dio 34%. El oficialismo no tiene candidatos firmes a la vista en la pelea bonaerense, pero si fuesen en la boleta Elisa Carrió y Jorge Macri –lo que hoy es improbable– estarían reuniendo apenas el 19%, siempre en el Conurbano y según este sondeo.
Aclara Haime que las proporciones se modificarían fuerte si se considera toda la Provincia, porque en el interior bonaerense crece mucho Cambiemos por el peso de María Eugenia Vidal y del presidente Macri, y porque allí Massa retrocede unos puntos y Cristina se encoge hasta casi desaparecer del radar electoral. Se podría configurar así un escenario dividido en tercios ligeramente desiguales, que según el consultor se replica también a nivel nacional.
Desde bastante antes de llegar a la Casa Rosada, el jefe de Gabinete Marcos Peña y su equipo toman muy en cuenta las encuestas de Isonomía, una firma que –como la mayoría de sus colegas– también trabaja para el sector privado. En su último sondeo mensual exploraron asuntos de alto interés para el Gobierno. Detectaron, en un trabajo de alcance nacional, que el 62% de los encuestados considera que Macri debió tomar medidas duras en lo económico como consecuencia de lo heredado. Un 37% las atribuyó sólo a la decisión del Presidente y sólo 2% eligió no contestar. En proporciones similares, y con un sesgo algo negativo respecto de la medición mensual anterior, un 57% dijo que el Gobierno conseguirá controlar la inflación y un 38% opinó que no lo podrá hacer.
Para una gestión como la de Macri, que requiere de un mayor recorrido que estos diez meses para demostrar que el camino elegido es el correcto, la medición de Isonomía sobre el futuro suena alentadora: un 18% considera que el Presidente está cumpliendo las expectativas y un grueso 48% dice que no las está cumpliendo pero que “necesita tiempo” para hacerlo. Hay un 32% duro e irreductible, que seguramente mantendrá esa postura durante todo el ciclo de Macri, que considera que no está cumpliendo las expectativas “y no lo hará”.
En la línea de los enfoques originales, Juan Germano dice que Isonomía trabaja sobre la idea de “primer metro cuadrado”. Esto es, la percepción inmediata sobre los temas que afectan la vida cotidiana sin hablar de política ni de dirigentes.
De este modo, en una marcada dualidad que no es nueva pero siempre resulta llamativa, el sondeo detecta que hay un balance de opinión positivo de distintos grados cuando se pregunta en el aspecto personal sobre empleo, consumo, salario, salud, vivienda, servicios y espacios públicos, mientras que esos mismos temas vistos por las mismas personas en perspectiva nacional dan moderados o fuertes balances negativos. La unanimidad la logran, en los dos casos con claro registro negativo, la inseguridad y el ahorro.
A mí me va bien pero al país no, podría ser una interpretación simple de estas percepciones. Más allá de la contradicción aparente, habría que ver llegado el momento cómo impacta esto en la decisión electoral.
Por su parte Consultora W, dirigida por Guillermo Oliveto y especializada en estudio sistemático de climas de época y consumo, detectó –sobre mil casos en todo el país– que el 74% dijo haber recortado sus gastos respecto de un año atrás, y el 68% consideró que su poder adquisitivo era menor en el mismo período. Pero a la vez, el 54% opinó que las medidas económicas del Gobierno fueron un “ordenamiento” mientras el 46% las calificó de “ajuste”. La diferencia no es menor. En este estudio, un 64% atribuyó a “la herencia recibida” la responsabilidad por las medidas económicas de Macri y 36% las atribuyó enteramente al Gobierno.
También con creatividad, Oliveto buscó explorar en “la paciencia de la sociedad”. Preguntó a sus entrevistados hasta cuándo aceptarían al Gobierno si las cosas siguen como van. Un 38% dijo hasta fin de año o comienzos de 2017; un 18% hasta la mitad del mandato y un 19% “todo lo que haga falta”. Los que dijeron que ya no le tenían paciencia fueron un 18%, con ligero crecimiento respecto de la medición anterior. No sería una mala foto para Macri, si no abusa de esta buena disposición que muestra la sociedad.
Recortada sobre el territorio de Buenos Aires, una encuesta de Analía del Franco Consultores encontró que la dualidad entre situación personal y global se rompía. Al preguntar sobre la situación de la Provincia, encontró que en ambas dimensiones la percepción negativa se mantiene por encima de la positiva. También observó un leve pesimismo sobre el futuro, ya que el nivel de expectativa negativa (50,9%) del Conurbano, compensa y supera la visión más optimista (52,3%) del interior provincial.
Cuando en este sondeo se preguntó para quién gobierna María Eugenia Vidal, el 36,4% dijo para la clase alta, el 24,2% para la clase media y el 11,7% para la clase baja. A pesar de estos indicadores, en el estudio asoma con mucha solidez la imagen de la gobernadora, con un balance positivo-negativo de 61,7% a 34,1%. Esto se repite en otros de los sondeos antes mencionados y en todos los que miden el estado de la opinión pública bajo parámetros clásicos, lo que coloca a Vidal como la figura política de mayor aceptación en el país.
Una novedosa entrada en diagonal al estado de ánimo político de la sociedad lo ofrece la encuesta recién procesada por Management & Fit, cuyos aspectos centrales –en particular el brusco ascenso de la inseguridad como preocupación mayor– se publican en esta edición de Clarín.
La consultora que dirige Mariel Fornoni escarbó en una veta inexplorada: el arrepentimiento del voto a presidente en 2015. Sobre dos mil casos en todo el país, el 59,7% aseguró que hoy votaría al mismo candidato y 21,7% afirmó que no volvería a hacerlo. Un 18,6% engrosó el rubro no sabe / no contesta.
De los que votaron a Macri, el 73,9% sostendría su elección y el 13,2% dijo que no la repetiría. En el caso de Daniel Scioli, el 59,7% mantendría el voto y el 28,2% lo cambiaría. Un 48,6% de quienes votaron a Sergio Massa lo elegirían otra vez y un 28,7% no lo haría. Y a Margarita Stolbizer volvería a votarla un 42,5% de quienes la apoyaron hace un año, mientras que el 31,5% buscaría otra opción.
En una pregunta de trazo bien grueso, pero clave para definir el clima político y social, M&F pregunto simplemente a los encuestados si estaban dispuestos a votar hoy acompañando al Gobierno o apoyando a un partido opositor. Según el resultado alcanzado, el 37,6% votaría al oficialismo y el 35,8% a la oposición, mientras un 26,6% permanece indefinido.
Cambió el gobierno, ya pasaron más de diez meses, la transición sigue abierta e incierta. A esta altura, toda la historia está por escribirse.