OLIVETO: “EL CONSUMO Y EL EMPLEO SON VARIABLES CLAVE PARA ESTE GOBIERNO”

Mirado en perspectiva, el consumo en 2016 deja un sabor amargo. Inflación, devaluación y pérdida de poder de compra crearon un escenario que el Gobierno busca revertir, sobre todo por el año electoral que se avecina. Un análisis elaborado por la consultora W indica que casi todos los rubros se vieron afectados por la contracción del poder adquisitivo en 2016 (del orden del 7% en el sector formal): alimentos, bebidas, cosmética y limpieza (-4%), indumentaria (-8%), electrodomésticos y tecnología (-15%) y gastronomía (-20% ).

En este contexto, “el dinero extra que ingresará a una gran parte de los hogares argentinos en este fin de año, debería mitigar estas contracciones en todos ellos”, dijo su titular, Guillermo Oliveto, asesor especialista en consumo, sociedad, comunicación y marcas, en una entrevista que mantuvo con el Económico.

–¿Qué resultados se pueden esperar de los incentivos oficiales y privados con el consumo?

–El consumo dejó ya de ser un tema meramente microeconómico y pasó adquirir una fuerte trascendencia social y, por ende, un fuerte impacto político. Hoy, aquí y en el mundo, vivimos en una sociedad de consumidores donde para la gente perder capacidad de consumo implica “perder libertad”. Los productos y las marcas operan como vectores de identidad. En función de lo que compro y muestro, soy. En ese contexto debe enmarcarse la importancia estratégica del empleo, no sólo como fuente de dignidad sino también como facilitador natural de la capacidad de compra. Desde esta perspectiva, entre otras, pueden comprenderse mejor fenómenos como el Brexit o Trump. El empleo como prioridad y la necesidad de consumir como fuente de satisfacción o enojo.

Bajo este marco conceptual, las recientes medidas políticas y económicas amplían su sentido. No se trata sólo de un “bono de fin de año”, sino de inyectar en esta maquinaria social el lubricante fundamental que le permite funcionar. El consumo es un gran amortiguador social y una fuente de gobernabilidad.

–¿En cuáles sectores impactarán los incentivos anunciados?

Debería mitigar las contracciones en todos. Claramente no logrará revertir a esta altura la tendencia anual, pero sí es probable que ante la proximidad de las compras de Navidad permitan oxigenar los cuatro grandes motores del consumo masivo.

–¿El consumo en 2016 es más parecido a 2014 o 2009?

–Definitivamente se asemeja mucho más a 2014 que a 2009. La inflación fue 38% en aquel año, y sería 40% este. El índice de confianza de los consumidores se encuentra en noviembre en el mismo valor: 43,9% ahora, 43,7 puntos en el mismo mes de 2014. La contracción del poder adquisitivo fue de 5 puntos en 2014. Es de 7 puntos este año. La venta de autos 0 km en el mercado interno fue de 688.000 unidades en 2014, sería de 700.000 este. La caída en la venta de electrodomésticos fue del 14% en 2014, sería del 15% este año. La de indumentaria fue 5%, sería 8% ahora. Todos valores de rango similar.

–¿Encuentra diferencias?

–La gran diferencia entre un año y otro hay que encontrarla en dos elementos. Uno de carácter fáctico y otro simbólico. El más concreto y tangible: las tarifas. La sociedad tuvo que comenzar a pagar algo que durante muchos años había retirado de su agenda porque era “casi gratis”. El gasto de los hogares se reconfiguró obligadamente para poder hacer frente a los aumentos en la luz, el gas, el agua, el colectivo, el tren y el subte. Hay que buscar aquí la explicación a la mayor caída en los productos de consumo cotidiano. La otra diferencia, la de carácter simbólico, se da en las expectativas. En 2014 había mucha confusión con respecto a lo que podía suceder en 2015. El sentimiento predominante era la incertidumbre. Hoy vemos una sociedad que mantiene sus expectativas positivas para el año próximo. Solo el 15% dice que la situación económica actual del país es buena, pero el 60% afirma que será mejor dentro de un año. Se verifica aquí que “el puente” del que ha hablado el presidente y una buena parte del Gobierno, existe. Una mayoría de los argentinos piensa que el 2017 será mejor.

–El Gobierno apostó a las inversiones para reactivar, pero ¿cuánto impacta el consumo en la economía en general?

–Desde mi punto de vista esta idea instalada de un gobierno pro inversión de Macri versus un gobierno pro consumo de CFK está más basada en el prejuicio que en los hechos. Al elegir el camino del gradualismo, el gobierno actual demostró que el empleo y el consumo también le importan. Si hubiera aplicado un ajuste de carácter clásico neoliberal, sería pertinente afirmar que se olvidó de la microeconomía. Pero si el propio presidente pretende que su gestión se mida por la capacidad en la reducción de la pobreza, por la generación de empleo de calidad, y por recuperar el crecimiento económico después de 5 años de estancamiento, claramente no está tomando ese camino que algunos suponían – en mi opinión erróneamente–, que sería el elegido.

–A su entender, ¿cuál es la estrategia económica del Gobierno?

–Lo que el gobierno actual ha definido y pretende es que la expansión del consumo vaya acompañada de una expansión de la inversión, para que el crecimiento de los mercados pueda realizarse de un modo sustentable y consistente en el mediano plazo sin el costo inflacionario. Recordemos que entre 2002 y 2015 el consumo de alimentos creció 70%, el de autos 580% y el de electrodomésticos 700%, todo medido en unidades. Pero la inflación fue el precio a pagar de expandir la demanda sin que creciera del mismo modo la inversión. Acumulado, el aumento general de los precios fue de 1300% entre la salida de la crisis y el final del gobierno anterior. Al promover la “Ley Pymes”, mantener el plan “Ahora 12” y el programa “Precios Cuidados”, desarrollar un Plan Productivo, establecer metas de reducción del déficit fiscal y de la inflación progresivas y graduales, y no de shock, el oficialismo ya había demostrado que el empleo y el consumo eran variables que estaban en su agenda. La inyección de fondos de fin de año no hace otra cosa que confirmar esta decisión estratégica que estructura gran parte de su política económica y social.

–¿Qué perspectivas tiene para el año próximo?

–Hay un fuerte consenso entre quienes siguen la “macro” de que la economía crecerá entre el 3 y el 5% en 2017. Bajo esa hipótesis, esperamos una expansión del consumo masivo del orden del 3%. Recuperaríamos de ese modo lo que se perdió este año. Los motores que prometen empujar son el campo, obra pública, un Brasil algo mejor, los fondos del blanqueo y algunas inversiones tendrían su consecuente impacto en la “micro”. Habrá más dinero en la calle. A lo que debe adicionarse, como un impulso nada menor, la condición de ser un año electoral clave. Es de esperar que ante un escenario de inflación sustancialmente menor a la de este año (en el rango del 20 al 23%), los salarios puedan ganarle por 4 o 5 puntos. La recuperación del poder adquisitivo en un contexto de precios más estables y comparables ayudaría a la recuperación del consumo. Como ya es bien conocido, a la hora de votar en nuestro país los argentinos miran la boleta pero también el bolsillo. El Gobierno lo tiene bien claro.

 

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